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viernes, diciembre 19, 2008
Aniversario del 20 de diciembre de 2001
ImageOrganizaciones sociales, políticas y de derechos humanos convocan a movilizarse en Tucumán al cumplirse un nuevo aniversario del 19 y 20 de diciembre de 2001, año en el que estalló la rebelión popular que provocó la salida del gobierno de la Alianza de De La Rúa. Concentrarán en plaza Urquiza a las 18hs para marchar a plaza Independencia.
“Refirmamos el camino de la unidad, la movilización y la lucha independiente del gobierno y las patronales, como única garantía para la defensa de los derechos de los trabajadores y el pueblo” afirman en la convocatoria a la marcha que se realizará este sábado a 7 años del 19 y 20 de diciembre de 2001.
Las jornadas del 19 y 20 de Diciembre de 2001, marcaron uno de los puntos más altos de la protesta social en Argentina. Aunque esta fecha no puede entenderse sino dentro de un contexto histórico iniciado a partir de la dictadura militar en 1976, que marcó el inicio de la implantación del plan económico y el modelo neoliberal en nuestro país y en toda Latinoamérica.
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Breve crónica
El martes 18 de Diciembre de 2001, los medios registran los primeros saqueos y piquetes en las puertas de grandes supermercados por parte de desocupados mientras crecen las protestas populares en los distintos puntos del país. Esta situación se generaliza el día 19 de Diciembre, y la orden de reprimir da como resultado 4 muertos. El gobierno decreta el estado de sitio y provoca la inmediata reacción de la gente que se vuelca masivamente a Plaza de Mayo para comenzar un grito que fue bandera: ¡Qué se vayan todos!.
La salvaje represión se reinició por parte de la policía en la madrugada y continúo en horas de la mañana, donde se concentró nuevamente una gran cantidad de manifestantes en casi todas las plazas del país. Se cobra más vidas de manifestantes, con cientos de detenidos y heridos, hasta que a las 18:30 Fernando de la Rúa anuncia su dimisión.
Durante esas dos jornadas 2001, 38 personas fueron asesinadas por las fuerzas represivas, que respondieron a las órdenes de un Estado criminal.
Las asambleas y los espacios de lucha tuvieron su auge por esos años, luego la reconstitución institucional marcó la llegada de Duhalde (quién tuvo que acortar su mandato por la presión popular ante el asesinato de Darío y Maxi en el puente Pueyrredón en 2003) y la asunción de los Kirchner.
La situación hoy
Las organizaciones convocantes al acto a realizarse este sábado denuncian que “En nuestra provincia, aplicando una política similar a la nacional, con su doble discurso el gobernador Alperovich, pretende hacer creer que la desocupación ya no es un problema grave, pero esta ronda el 11.5 % siendo la más alta de todos los conglomerados urbanos del País”. Y afirman que el presupuesto provincial del año que viene no contempla mejoras salariales ni el reconocimiento del 82% móvil a los jubilados de la provincia.
Manifestaron que la continuidad del sistema y del modelo se mantienen con los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández y en nuestra provincia con su aliado el gobernador José Alperovich. “A los empresarios amigos ya les concedió un nuevo aumento de la luz y el gas, lo cual representa otro golpe al bolsillo del pueblo tucumano. Como ya lo hizo, represión mediante con el aumento del cospel” agregaron al respecto.
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La impunidad en Tucumán
En el documento del acto denuncian que “la lucha contra la impunidad logró la reapertura de los juicios y la condena a los genocidas en nuestra provincia, como en el caso de Bussi y Menéndez”. Consideran que la cárcel a Bussi en un country es una burla a la lucha por memoria, verdad y justicia, y en este sentido continuarán la.pelea para acelerar la investigación y los juicios y exigir la cárcel común a todos los genocidas y sus cómplices. Tanto en el poder ejecutivo y judicial continúan ejerciendo funciones personajes de la dictadura. Caso de Goane, Sassi Columbres y Mauricio Guzmán entre otros.
Además manifestaron su solidaridad ante las amenazas recibidas por las abogadas Laura Figueroa y Alicia Noli, y a los testigos en los juicios contra el genocidio. “Rechazamos el falso discurso de convertir a los genocidas y represores en víctimas o héroes, como sucedió con el Malevo Ferreyra, fueron y son asesinos”.
Las organizaciones que convocan al acto son la COBA, Partido Obrero, PTS, MTL Auténtico, PCR, CCC, Organización El Andamio, PC, MTL, MST, CEPA, Polo Obrero, entre otras.
“La impunidad policial sigue siendo moneda corriente en nuestra provincia de la mano del gatillo fácil y a más de dos años del asesinato de Paulina Lebbos todavía no hay ningún detenido. Hechos que demuestran que el aparato represivo sigue en pie. Columna vertebral para el funcionamiento de la red de de narcotráfico y la trata de personas, especialmente de mujeres.” Concluyeron.
Tomado de www.prensacontrapunto.com.ar
domingo, diciembre 14, 2008
La soledad de America latina Garcia Marquez 1982
La soledad de América Latina Gabriel García Márquez
[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo]
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de
Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.