domingo, abril 20, 2008

Cuba

¿Cambios en Cuba?

Salim Lamrani *

Adital -
La prensa occidental ha sido prolija con respecto a los cambios ocurridos en Cuba después de la elección de Raúl Castro como presidente de la República y celebró una eventual liberalización de la economía de la isla (1). Pero esta realidad se trató, como siempre cuando se habla de Cuba, de manera superficial y errónea. Bien sea con respecto a la adquisición de aparatos eléctricos, a los hoteles o a los celulares, las restricciones que estaban vigentes hasta hace poco tenían explicaciones racionales, pero las multinacionales de la información no las han abordado. En realidad, se lanzó un intenso debate a principios del año 2008, poco antes de la decisión de Fidel Castro de no presentarse a la reelección, con el objetivo de mejorar el socialismo cubano. Dicho debate implicó al conjunto de la población y generó 1,3 millones de propuestas.

Los aparatos eléctricos

Los medios anunciaron a bombo y platillo que los cubanos ya eran libres para adquirir aparatos eléctricos y electrodomésticos, dando a entender que antes estaban completamente prohibidos a la venta (2). Ahora bien, la realidad es sensiblemente diferente. La venta de estos artículos jamás ha estado prohibida en Cuba, aparte de algunos productos informáticos y otros de gran consumo energético tales como las cocinas eléctricas o los microondas, en una época en que la producción energética de Cuba era insuficiente para cubrir las necesidades de la población.

En efecto, durante el período especial que empezó en 1991, después de la desintegración del bloque soviético, Cuba se quedó sola frente al mercado internacional y tuvo que hacer frente a la desaparición de más del 80% de su comercio exterior y, además, al recrudecimiento de la implacable agresión económica por parte de Estados Unidos. En este contexto sumamente difícil, la isla del Caribe fue golpeada por fuertes penurias, particularmente en cuanto a la energía, lo que ocasionaba largos apagones. En esa época las autoridades limitaron la venta de aparatos eléctricos devoradores de energía. Esas restricciones estaban totalmente justificadas. En efecto, hubiera sido irresponsable proceder de otro modo pues el sistema energético, fuertemente subvencionado, hubiera colapsado.

Gracias al ingenio de los cubanos, a los esfuerzos apoyados por la población y a las nuevas relaciones comerciales con países como Venezuela y China, Cuba dispone de una economía más fuerte y logró resolver su problema energético. Gracias a la «Revolución energética» lanzada en 2006, que consistió en remplazar los bombillos y los antiguos aparatos electrodomésticos como los televisores, refrigeradores, ventiladores y otros aparatos eléctricos, por productos más modernos y de menor consumo, millones de cubanos se han beneficiado de toda una gama de productos electrodomésticos nuevos con precios subvencionados por el Estado, o sea, por debajo del precio del mercado.

Ahora los ahorros de energía realizados permiten hacer frente a la demanda de la población, lo que explica la eliminación progresiva de las restricciones en cuanto a la adquisición de nuevos aparatos electrodomésticos, ordenadores y otros, como videos. Así, los cubanos tiene acceso a una selección más amplia de bienes de consumo. Por lo tanto, las limitaciones se explicaban sólo por un factor de orden económico, es decir una carencia de producción energética. La prensa occidental no se ha molestado en abordar estos elementos en el tratamiento del tema.

Los medios se apresuraron a subrayar, con razón, que muchos cubanos no podrían tener acceso a los artículos en venta al precio del mercado debido a su elevado coste con respecto al salario relativamente modesto vigente en Cuba. No obstante, esta realidad concierne a una inmensa parte de la población mundial, que vive en la pobreza, y cuyas principales preocupaciones no son adquirir un lector de Dvd o un microondas, sino comer tres veces al día y tener acceso a la salud y a la educación, angustias inexistentes en Cuba.

Así, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre la inseguridad alimentaria en el mundo, 854 millones de personas en todo el planeta, entre ellos 9 millones en los países industriales, sufren desnutrición (3). En el continente americano sólo tres países ya han alcanzado los objetivos de la Cumbre Mundial de la Alimentación 2015: Cuba, Guyana y Perú (4). Según la UNESCO, actualmente, un adulto de cada cinco en el mundo no está alfabetizado, o sea 774 millones de personas, y 74 millones de niños carecen de escuelas (5). Según la UNICEF, cada día más de 26.000 niños menores de cinco años mueren de hambre o enfermedades curables, o sea 9,7 millones cada año (6). Ningún cubano forma parte de estas listas.

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Tomado de Adital