viernes, octubre 23, 2009

Cuando Diego se muera

El autor de la nota realiza una interesante reflexión sobre los ya famosos insultos de Diego Armando Maradona y el tratamiento por parte de los principales medios de comunicación. La comparación con otras acciones similares de personajes famosos, pero de otra clase.




Las palabras de Maradona abrieron un debate nacional.



Cuánto tiempo deberá transcurrir para que muchos medios de comunicación no prioricen, como fuente inagotable de sus ingresos, de su negocio, la utilización diaria de la violencia económica, simbólica, cultural, política.

Cuándo ese mensaje mediático se desprenderá de la hipocresía social, del amarillismo con el que pretende distorsionar y manosear la historia. Hoy una “grosería” del Diez suma una nueva zoncera a las de Jauretche. Pero, cuál es el real trasfondo que sustenta tanto ensañamiento, dureza e intransigencia para con “el Diego”..

Por un lado, el temor de quedar excluidos del gran negocio que genera el fútbol: transmisiones satelitales, publicidad, grandes empresas comercializando productos deportivos, pasajes aéreos, empresas de bebidas, cantidad innumerable e impresionante de dinero para las arcas de los poderosos.

Y de pronto, las expresiones “insoportables” del Diego de Fiorito pegándole a la “clase periodística”. Cómo lo que ellos consideran un negrito grasa puede cuestionarlos sin recibir sanciones. Pero Diego, con su pasión, sigue siendo leal a su clase social. Maradona, más allá de haber superado la pobreza y la marginalidad, sigue siendo Fiorito, no dejó de ser como muchos de estos periodistas, que son hijos de padres laburantes y hoy alquilan la exquisitez de su lenguaje a las grandes corporaciones económicas. Diego, desde su asco, sigue siendo “El subsuelo de la patria sublevado” del que nos hablara Raúl Scalabrini Ortiz. Diego es la voz de los que no tienen voz y que sobre el sonar de los “Clarines” la hacen oír.

La magnitud de afrenta de sus expresiones no guarda proporcionalidad con otros casos a los que muchos de los medios, prácticamente, les restaron total trascendencia: se desconocen los rechazos, por ejemplo, a los gestos, las gastadas a personas y otras transgresiones, mucho más fuertes que las palabras de Maradona, con las que Tinelli semanalmente acapara audiencia.

Quiénes se escandalizaron de Moria Casán burlándose de una manera infame de un ejemplo moral como Hebe de Bonafini y ¿acaso no fueron casi festejadas las expresiones ofensivas de un dirigente de las patronales del campo para con un ex presidente de la Nación, durante el conflicto por las retenciones? O el lugar que deberían ocupar las candidaturas para Reutemann.

Será acaso que por bancar al Che, a Fidel, a Evo, a Chávez y que ahora el fútbol sea para todos, hay que demonizar y destruir a Diego Maradona, el argentino más famoso del mundo.

Ojalá todos los habitantes de nuestro suelo puedan hablar con altura, claridad y precisión. Pero tengamos presente que muchas veces la preciosidad de lo que se expresa oculta la intencionalidad de lo que se dice.

Cuando Diego se muera, todo un pueblo llorará y hasta quienes lo maltrataron tanto, tanto, en ese momento también recordarán nostálgicamente sus grandiosas gambetas y la felicidad de todo un pueblo atrás de un sentimiento.

Acaso ese día yo ya esté ausente. No lo veré. Pero en mí estará como hoy el deseo de que cuando el Diego se muera, permanezcan su magia y su voz.

* Rector Colegio Nacional de La Plata

Tomado integralmente de www.primerafuente.com.ar