lunes, diciembre 28, 2009

Costa Rica libre de carbono.

Costa Rica puede ser el primer país superavitario en emisiones de oxígeno, en vez de carbono

Por más de un siglo, el mundo entero sustentó su desarrollo con base en el uso intensivo de energía de fuentes fósiles. El petróleo, en ese entonces, era barato y abundante. Hubo, incluso, naciones que lograron aprovechar esos bajos costos y dar el gran salto al desarrollo mediante la disposición y uso de esa energía. Ese proceso ya no será reproducible. El llamado “oro negro” dejó de ser abundante y, ciertamente, no volverá a ser barato. Ante este panorama, en Europa algunos países volcaron su mirada y esfuerzos hacia la generación de energía atómica. Para Costa Rica, esta última tampoco es una alternativa. Pero, afortunadamente, nuestro país cuenta con un potencial de generación de energía a partir del agua, la geotermia y el viento superior a los ocho mil megavatios. Esto, por mucho, supera nuestra demanda proyectada e ilustra nuestra posibilidad de ser superavitarios en generación de energía.

En otras palabras, los costarricenses tenemos nuestro propio “petróleo” o, si se quiere, nuestra propia “energía atómica”. Durante sesenta años, Costa Rica ha sido capaz de generar el 97% de la energía eléctrica que consume a partir del agua, y más recientemente, de la energía geotérmica y eólica.

Gran desafío. Ahora, el gran desafío que tenemos en esta materia es liberar de amarras el sector de generación eléctrica, a fin de independizarnos completa y definitivamente del petróleo para generar electricidad. Los sectores público, privado y cooperativo deben contar, cuanto antes, con el marco regulatorio adecuado para invertir en generación eléctrica a partir de esas fuentes limpias. La meta que debe marcar nuestro horizonte energético es clara: para el año 2030, y ojalá antes, Costa Rica deberá tener plena capacidad de atender el total de su demanda eléctrica con base en la generación de fuentes propias.

Pero hay más: deberíamos ser capaces de llegar a un acuerdo nacional, a fin de desarrollar nuestra propia “soberanía energética total”. Esto quiere decir que, además de generar el 100% de nuestra energía eléctrica para consumo domiciliar e industrial a partir de fuentes limpias, dentro de un plazo de 30 años la totalidad de nuestra flotilla vehicular, así como nuestra plataforma industrial, deberán ser alimentadas por energías no fósiles.

Para que tengamos una idea del impacto altamente positivo que tendría la generación de nuestra propia energía para uso residencial, industrial y de transportes, es oportuno señalar que para el año 2008, el peso del combustible fósil destinado al transporte –incluyendo sus diversas modalidades– significó el 76% del total de una factura petrolera del orden de los $2.091.000.000, en tanto que el peso de la demanda para fines industriales de derivados del petróleo significó, en el mismo período, un 13% del total de la factura.

Es importante destacar además que el 70% del total del combustible fósil que se gasta anualmente en el sector transportes, está destinado al transporte de carga terrestre, demanda que puede perfectamente sustituirse con un sistema ferroviario nacional movido por electricidad.

No existen en la actualidad limitaciones de orden tecnológico y menos de disposición de recursos que nos impidan lograr el gran objetivo: que el 100% de la energía que consume el país, tanto para atender la demanda domiciliar como comercial e industrial y de nuestro parque automotor, sea originada con base en agua, vapor de agua y fuerza eólica.

Sumado a lo anterior, debemos ser capaces, al liberar de amarras al sector de generación, transmisión y comercialización de energía, de convertirnos en superavitarios en este campo, de forma tal que convirtamos el envío de energía de fuentes limpias en uno de nuestros más vigorosos y valiosos productos de exportación.

Gracias a la construcción del Sistema de Interconexión Eléctrica para América Central (Siepac), Costa Rica está interconectada desde Colombia hasta el sur de México que, a su vez, está interconectado con el resto del estado mexicano, Estados Unidos y Canadá. Esto quiere decir que ya existe la “autopista” –de la cual somos copropietarios– para exportar energía de fuentes limpias hacia toda Centroamérica y América del Norte.

Valioso potencia. Desde el punto de vista energético, toda esa región es deficitaria y el país puede convertirse en un gran generador y exportador de un bien cada vez más valioso. Es fundamental en este sentido permitirle al ICE aprovechar el potencial de generación a partir de geotermia en los parques nacionales, incrementar la inversión privada en generación eléctrica de origen hidráulico, eólico y geotérmico fuera de los parques y áreas protegidas, y favorecer la creación de un vigoroso sector de producción de energía y de exportación de excedentes una vez cubierta la demanda local.

La soberanía energética, la conversión del parque vehicular en parque eléctrico y la generación de un superávit en este campo, será uno de los pilares más vigorosos de nuestro proyecto de desarrollo sostenible tanto económica como ambientalmente.

Además, un logro de esta envergadura, complementado con la preservación de nuestras políticas de reserva y protección del medio ambiente –que incluye un 25% del territorio dedicado a parques nacionales o reservas y áreas protegidas– nos consolidará como una potencia en sostenibilidad del desarrollo.

Solo imaginemos los beneficios que podríamos derivar si, siguiendo esta política, Costa Rica puede convertirse en el primer país en el mundo en ser superavitario en emisiones de oxígeno en lugar de ser, así sea con un efecto neutro, en emisiones de carbono. Este puede parecer un objetivo atrevido, pero no es, de ninguna manera, un objetivo imposible.

http://www.nacion.com

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